Vivamos, Lesbia mia, y amemos;
que las habladurías de los muy severos viejos todos juntos no valgan ni un centavo para nosotros.
Los soles pueden morir y renacer:
una vez que muere una breve luz,
una única noche eterna nos queda dormir.
Dame mil besos, luego cien,
luego otros mil, por segunda vez cien,
después hasta otros mil, luego cien...
finalmente, cuando sumemos muchos miles,
los confundiremos para no entender,
ni para que ningun desgraciado pueda envidiarnos
cuando sepa que son tantos besos.
Catulo (Gaius Valerius Catullus) 87 A.C
lunes, 14 de abril de 2008
Poema 5
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